Aunque yo solo sea un hombre de poca fe, a veces me pregunto cuan moral será adorar a un dios con la finalidad de obtener algo a cambio.
En estos tiempos las sendas de perdición se encuentran muy transitadas, y a veces es complicado encontrar el camino recto. La recompensa del ventilador era inmediata, específica y palpable, y en ese mediodía húmedo y caluroso de Santarem parecía el dios adecuado al que adorar.
Mientras fotografiaba esta abominable idolatría, reflexionaba sobre cuál sería la mejor forma de devolver a esas dos mujeres al camino angosto: ¿llamarlas rameras de Babilonia?, ¿apedrear el ventilador?, ¿acaso desenchufarlo sería suficiente?
Pero entonces recordé el capítulo noveno del Primer Libro de los Reyes: "Por cuanto dejaron a Jehová su Dios, que había sacado a sus padres de tierra de Egipto, y echaron mano a dioses ajenos, y los adoraron y los sirvieron; por eso trajo Jehová sobre ellos todo ese mal." Y fue así como comprendí porqué Brasil había sido eliminado tan temprano de la copa América. Sin duda, un signo más del fin de los tiempos.